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ARQUETIPOS DE DESARROLLO
Es imposible determinar cuántos arquetipos existen. Al parecer existen arquetipos para cada persona, lugar, objeto o situación que haya tenido una fuerza emocional para un gran número de personas a lo largo de un extenso período de tiempo.
Si existe un número tan grande de arquetipos, deben de tener niveles jerárquicos. Es decir, el arquetipo de la madre debe de estar contenido dentro del arquetipo de lo femenino. Pero el arquetipo de lo femenino también debe de contener el arquetipo de la esposa, hermana, amante, etc. Los arquetipos de madre, esposa, hermana y amante se solaparían en el punto en el que todos ellos forman parte de lo femenino. Pero el arquetipo de la madre también se solaparía con el arquetipo del padre, allí donde ambos coinciden en el arquetipo parental. En otras palabras, por necesidad, los arquetipos no tienen unos lindes definidos; cada arquetipo se funde con otros en ese punto fronterizo.
Ésta es exactamente la misma situación que encontramos en nuestra experiencia del mundo físico. Los patos, gallinas y avestruces son todos aves; las aves y los mamíferos son animales vertebrados, etc. Algún sistema de clasificación es útil y necesario. Pero el mundo por sí solo no se divide en categorías para poder tratar con la complejidad del mundo.
También los arquetipos están más allá de una clasificación por categorías, pero éstas nos son útiles a nosotros.
Jung podría haber dedicado el resto de su vida a recoger arquetipos y a ordenarlos por categorías, como si fuera un primitivo botánico de la psique. Pero Jung llegó a su descubrimiento de los arquetipos del inconsciente colectivo porque estaba intentando curar a sus pacientes. Por lo tanto, su principal interés radicaba en descubrir los arquetipos subyacentes al proceso de sanación y desarrollo, interés que él llamó individuación.
De acuerdo con ello, de la multiplicidad de arquetipos que nos salen al paso, ya sea en los sueños o proyectados en el mundo exterior, Jung escogió tres para dedicarles una atención especial, puesto que sentía que representaban de manera secuencial los estadios del proceso de individuación:
- La sombra: el arquetipo que personifica todos esos rasgos personales que han sido ignorados o negados, normalmente representados por una figura del mismo sexo;
- El anima-animus: el arquetipo que sirve de conexión con el inconsciente colectivo impersonal, normalmente representados por una figura del sexo opuesto;
- El Self: el arquetipo de la totalidad y la trascendencia, algunas veces representado por el anciano sabio o la anciana sabia (pero que asume una variedad de formas, tanto humanas como animales o abstractas).
En otros lugares he denominado a estos tres los “arquetipos del desarrollo” puesto que cada uno de ellos corresponde a una fase distinta del desarrollo psíquico. Cada uno se encuentra en un nivel más profundo de la psique.
Libro: Introducción a la Psicología Junguiana
Autor: Robin Robertson
Ediciones Obelisco
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